08 febrero 2017

Para tomar el control necesitamos más Europa


Si antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca era muy necesario el reforzamiento del proyecto europeo para gobernar la globalización frente a la  antiglobalización o la globalización sin gobierno, ahora es más urgente fortalecer las políticas y las  instituciones europeas para liderar y defender en el mundo el comercio internacional -eso sí,  más justo-,  y los valores del “sueño” europeo. Para ello se exigen  convicciones si cabe más firmes y un Plan claro y con capacidad de ejecución a prueba de inconvenientes internos y externos. 

Ante los proyectos aislacionistas de la nueva administración americana, necesitamos robustecer el proyecto europeo para defender con fuerza y eficacia  los acuerdos internacionales y los derechos fundamentales atacados.

Es ahora más urgente afianzar la Unión Europea para construir una política de seguridad e inteligencia común ante las amenazas terroristas, todo ante el nuevo rumbo de las políticas de defensa y seguridad del gobierno Trump.

También, ante la nueva política comercial de EE.UU (no sabemos si cambiará la orientación  la OMC), tenemos que defender en el mundo y ante los países iberoamericanos el intercambio comercial. Eso sí, un comercio que respete los derechos de los trabajadores y el medio ambiente.

Así mismo, la UE tendrá que liderar en la esfera mundial  un nuevo paradigma internacional sobre la gobernanza de los impuestos, sobre una fiscalidad más justa y contra la impunidad con los paraísos fiscales, que permitan financiar las políticas redistributivas,  en gran parte porque entre el grupo de países que ahora compiten por bajar los impuestos también está  con claridad EE. UU.  

La desregulación financiera que comienza a poner en marcha la administración Trump con el desmantelamiento de la ley Dobb-Frank, y ante la interconexión de las entidades financieras en todo el mundo, la UE también tendrá que liderar un marco regulatorio internacional que apuesta por la transparencia y unas exigencias de capital que doten de solvencia y estabilidad al sistema financiero.
  
Es la primera vez que escuchamos por boca de un representante del gobierno norteamericano una declaración contraria a la permanencia de la Unión Europea y de la moneda única. Ni siquiera por parte de administraciones como la de Bush o Reagan esto habría sido imaginable. Ante semejante órdago solo cabe avanzar en el diseño de la UE con las herramientas necesarias para mantener una economía social de mercado, unas activas  políticas redistributivas  y derechos civiles y sociales.

Al nuevo esquema internacional no se puede responder de manera eficaz mirando para otro lado como si no fuera con nosotros, o renacionalizando las políticas que terminen  sacando a España del Euro. Se responde con más Europa. Solo el proyecto europeo permitirá que nuestros conciudadanos puedan tomar el control para hacer frente a la incertidumbre y para que consigan vivir mejor. Y la nueva geometría que se abre en el mundo también es una oportunidad para el futuro del propósito europeo.   


Hay muchas razones por las que el gobierno de España tiene en esta coyuntura que  liderar en el seno de la Unión las reformas y el impulso de las instituciones y las políticas europeas. 

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