31 mayo 2015

La economía en los programas de los partidos políticos


En este año marcadamente electoral, después de los diagnósticos, llega el momento de responder a la pregunta de cómo vamos a construir un proyecto de País, que ilusione a la sociedad desencantada y que  saque a la gran mayoría de españoles del pozo de la crisis económica que están viviendo. Por consiguiente, en primer lugar, tienen que ser bienvenidas todas las propuestas  que vamos conociendo de las distintas formaciones políticas.   Cada vez más españoles entienden que lo verdaderamente importante son las soluciones. Comienzan a estar hartos de los  discursos que repiten machaconamente  diagnósticos, pero que no aportan soluciones.  

En dichas propuestas, aunque las principales formaciones políticas hablan de todo y tienen como objetivo construir la mejor sociedad para España, hay algunas cuestiones que ayudan a caracterizar a las distintas fuerzas políticas. El PP se centra en querer apoyarse únicamente en que su raquítica recuperación merece olvidar la indecencia de la corrupción, de la sangrante desigualdad, de su capitalismo de amiguetes. Sin un proyecto de futuro que no pase por una devaluación permanente de los salarios y un incremento de la desigualdades como bases de una economía más competitiva. 

Pero, por otro lado, desde Podemos se pretende que la indignación frente a la indecencia, que somos muchos más los que la sentimos,  sea el único argumento,  que no distinga y que no mire al futuro. Es como si se nos conminase a votar con la nariz tapada o con los ojos tapados.  O apuestan por acabar con la desigualdad sin tener en cuenta la importancia de la fortaleza económica. Caen en el infantilismo de que todo se puede resolver por la vía  de decirle a cada cual lo que quiere escuchar, olvidando que para resolver las desigualdades es necesario la responsabilidad de cada cual, el  esfuerzo y la creación de riqueza, máxime en un contexto global. De todo esto se olvida el programa de Podemos.

Han pasado en solo unos meses de la nacionalización de empresas a un programa, dicen ellos, socialdemócrata, pero, eso sí de los años 60 o, en el mejor de los casos, de los años 80. Pero, no lo explican porque prácticamente todos los partidos socialdemócratas en la actualidad han abandonado esos postulados.

 Esta falta de realismo hace que no conciban que ya estamos en el Siglo XXI, que no entiendan el papel de nuestro país en una economía globalizada. Por ello, lo que proponen es muy ineficiente  para una realidad que ha cambiado y sigue cambiando.

Para Ciudadanos, lo más importante son las empresas. Para esta formación política apostar por la cohesión social no está entre sus grandes prioridades iniciales. Porque la  reducción de las desigualdades vendrá como consecuencia del crecimiento económico.   Sin embargo,   el agujero fiscal que generan algunas de sus propuestas en las tres vías más importantes de ingresos públicos, IRPF, IVA y Seguridad Social, es enorme.  

A lo anterior hay que sumar la propuesta de reforma fiscal que incrementaría la brecha social en nuestro país. A ello contribuye: en primer lugar, la eliminación del tipo superreducido del IVA y la rebaja del  tipo general, en segundo lugar, el intercambio en el IRPF de la actual reducción por rendimientos del trabajo, del que se benefician trabajadores, pensionistas y parados,  por un complemento salarial del que solo se beneficiarían los trabajadores por cuenta ajena, subiendo los impuestos a los desempleados y alrededor de cinco millones de pensionistas. Y, en tercer lugar,  la no resolución de forma realista de la insuficiencia de ingresos de nuestro sistema tributario, también hace inviable la financiación de las políticas redistributivas. 

El programa económico de Ciudadanos realiza continuas referencias a UK y USA, donde todo ese dinero que se propone transferir a las empresas (con más ayudas y menos impuestos) sale de unos menores servicios públicos que nosotros defendemos necesarios para construir una sociedad socialmente cohesionada. 

Sin embargo, una alternativa económica de futuro para modernizar nuestro país, exige tener en cuenta que luchar contra la desigualdad, regenerar las instituciones, apoyar a las empresas y el  crecimiento económico, son elementos que se retroalimentan y se necesitan mutuamente. Esa interrelación, cierto que, con muchas imperfecciones, ha estado  en las políticas llevadas a cabo por el PSOE,  y está en el programa económico de este partido en la actualidad. 

Por ejemplo, la decencia en la gestión de lo público, y de los contratos públicos, permite a los contribuyentes ahorrar un buen dinero. Tratar por igual a todos los contribuyentes permite ingresar más por la vía de una mayor conciencia fiscal. Acabar con el capitalismo de amigues,  creando el marco regulatorio, facilita  que las  empresas compitan en igualdad y se esfuercen  en mejorar y no en buscar contactos en las administraciones, de forma  que las empresas más eficientes crecerán más.  La decencia permite una mayor eficiencia del sector público y del sector privado, que  son las bases de un crecimiento sólido y generador de empleo de calidad.

Es mucho más conocido por los ciudadanos y los expertos, que las políticas de cohesión social ayudan a incrementar la productividad de los trabajadores y la eficiencia de las empresas, así como,  la demanda agregada de la economía.

En definitiva, un proyecto de futuro y modernización para España debe poner a trabajar  la igualad y la decencia, entendiendo que los objetivos de redistribución de la renta, de transparencia y participación democrática no son un lujo que sólo se pueden permitir los países más desarrollados, sino que es la base sobre la que construir ese desarrollo al que aspiramos los españoles.  En eso estamos en el PSOE. Porque solo el PSOE conjuga regeneración, cohesión y economía.