En principio, la curva de tipos de la deuda soberana española, con pendiente positiva, nos indicaría que en el corto plazo no hay problemas de liquidez. Incluso, después de las inyecciones de liquidez del BCE de principios de año, la economía española tendría una mejor situación que en noviembre de 2011. Eso en principio es una buena noticia que alejaría a España de un rescate inminente. Ahora bien, todo ello puede cambiar en cualquier momento dada la situación verdaderamente inestable del mercado secundario, las dudas sobre las necesidades de recapitalización del sistema financiero español, etc. Baste recordar que las necesidades de financiación durante 2012, del Estado, la inyección de capital en Bankia, las comunidades autónomas, se van a situar en torno a los 250.000 millones de euros. Sin contar las eventuales nuevas nacionalizaciones derivadas de las conclusiones de los evaluadores internacionales sobre las entidades bancarias españolas.
La perdida adicional de confianza en la economía española, en estos últimos cincos meses, tiene mucho que ver con la ausencia de un programa económico y una estrategia de política económica consistente. Lo último ha sido la lamentable gestión de Bankia y la reforma del sistema financiero. Mario Draghi ha dicho eso de " no se podían haber hecho peor las cosas". De Guindos ha puesto a España al borde del precipicio. Soy de los que piensan que el mejor servicio que el ministro puede hacer a España es comenzar a recoger sus cosas en el ministerio. Uno de los motivos de preocupación añadidos, a mi juicio, es que el Gobierno está claramente desbordado, sin una hoja de ruta, a expensas de los acontecimientos, e improvisando. A estas alturas lo más criticable no es que Rajoy no haya cumplido su programa económico con el que se presento a las elecciones generales, lo más preocupante es que no tiene un programa económico articulado para el momento en el que estamos viviendo.
Un programa económico y una hoja de ruta que, desde mi punto de vista, pasaría por:
1º Apostar en Europa por una estrategia progresista para el crecimiento económico. Combinando política fiscal, monetaria, cambiaría y de protección de los derechos sociales y medioambientales, de rentas, de armonización fiscal y de lucha contra el fraude.
2º Creación de la Vicepresidencia económica.
3º Una solución eficaz a los activos tóxicos inmobiliarios en los balances de los bancos, coordinada y consensuada con la Unión Europea. No habría que descartar: la creación de un fondo de garantía de depósitos, y una supervisión bancaria, a nivel europeo, la compra de activos, y/o cédulas hipotecarias por parte del BCE.
4º Una política presupuestaria comprometida con los objetivos de austeridad, sostenible, y al mismo tiempo, creíble desde el punto de vista de lograr los compromisos adquiridos con Europa.
5º Una revisión en profundidad de la política impositiva, que haga sostenible la política social, no distorsione el crecimiento económico, y sea equitativa. Sin olvidar, una estrategia ambiciosa en la lucha contra el fraude fiscal.
6º Crear una oficina presupuestaria en el Congreso de los Diputados, con la inclusión de profesionales independientes, y presidida por una persona de reconocido prestigio en el campo de la hacienda pública, que realice funciones de análisis, seguimiento de la ejecución presupuestaria y evaluación desde el punto de vista de la eficiencia y la justicia social de la política de gastos y de ingresos.
7º Poner en el centro de la política económica española, y de todas las fuerzas políticas, la competitividad, la internacionalización de las empresas y las exportaciones.
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